martes, 14 de enero de 2014

no hay mejor bloodhound que un adicto

Yo nunca entendí muy bien esta vida. No le busco la rosca a la tuerca, porque no me da el cuero. Si enrosca para acá, dale, si ajusta, afloja o gira en falso, no por eso deja de ser una tuerca. Y así me hice a la vida, sin esperar el río, el océano, el mar. Me eché nomás en la charca que estaba más cerca del cordón de mi vereda, montado en lo que hubiera: un corcho, una hoja, un cartón de vino, un pucho de cigarro.

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