UNA VIDA DE GRIGORI MOTUL

Una vida de GRIGORI MOTUL (Bucarest 1792- Constanza 1835). Único hijo de familia humilde, su padre era un despachante de pescado de origen turco, su madre era partera y profesora de piano. Ella fue quien más influenció a su hijo para dedicarse a la literatura. El pequeño Grigori apenas alcanzó a terminar sus estudios primarios y comenzó a trabajar en la pescadería de su padre, eso no le impidió ser un ávido lector, desarrollar una inquietud musical (apenas tomó lecciones básicas de piano con su madre pero llegó a escribir dos operetas que hoy no se conservan: Una florista de Moldavia y El amor pagano -la última copia existente se perdió en las quemas de libros del dictador Ceacescu-) y aprender inglés y francés de forma fluída. Esto le permitió traducir obras de autores famosos al rumano: Nueva Atlántida de Francis Bacon, Utopía de Thomas Moore, El paraíso perdido de Milton, dejando inconclusa su versión de Europa, una profecía, de William Blake, con quien mantuvo una amistad epistolar de muchos años, por intermediación de un joven Lord Byron, quien visitara Rumania en 1807 a su paso hacia el Helesponto, hasta que el notorio místico e iluminista inglés falleciera, ocho años antes que nuestro poeta. Del francés sólo se conoce una versión rumana del Cándido de Voltaire, aunque se cree que llegó a traducir algunas poesías de Alphonse de Lamartine. Por cierto que él vivió en los Principados autónomos de Moldavia y Valaquia, aún bajo el dominio turco y no alcanzó a ver la Revolución de 1848 ni la independencia rumana, que se produjo en 1878, pero fue un precursor del nacionalismo rumano y se dedicó a recopilar mitos y leyendas populares rumanos, entre ellos fue el primero en considerar la idea del vampiro como ser sobrenatural y asociarlo al héroe nacional transilvano Vlad Tepes (según se sabe hoy, por investigaciones de reciente data, una carta suya a William Blake con una transcripción de su Manuscrito gitano habría obrado en poder de Abraham Stoker, autor de Drácula, lo que explicaría su conocimiento del mito). Tuvo varios amoríos, según se advierte en sus poesías, pero se casó tardíamente con Yelevna Hindriskaia, de nacionalidad rusa pero de padres hindúes, emigrados a Moldavia, acusados de participar en una conspiración contra el zar Alejandro I. El zar murió en 1825, en su visita a Crimea, pero su cuerpo nunca fue encontrado. Yelevna era de piel morena y rasgos indios, una mujer culta, amante de las letras, quien después de la temprana muerte del autor, se dedicó al mecenazgo de jóvenes talentos europeos, estableciéndose con su único vástago, Demian Motul, en Amsterdam, donde fundó una editorial, hasta su fallecimiento, en 1862. Volviendo a nuestro poeta, se le reconoce como poseedor de un estilo descarnado, de corte trágico, no carente de un sentido del humor bastante corrosivo y se aprecian rasgos de pesimismo distópico en su obra, aunque a veces se muestre sentenciosamente profético, lo es en un sentido apocalíptico, muy cercano a Swedenborg, Milton o su amigo Blake. Se conservan sólo algunas de sus obras: La vida de un paria, El camafeo de la noche, Una luna triangular y Manuscrito gitano. Póstumamente, su esposa llegó a publicar dos libros suyos: Guerras dacias, un recorrido ficcional y místico de la historia medieval de Rumania, y La alegría de ser negro, notable manifiesto de libertad expresado en lengua poética de donde extraje esta bella poesía llamada Sueño de amor congelado. Este libro quedó inconcluso, pues la muerte lo sorprendió escribiendo la mañana del 7 de abril de 1835, aparentemente murió de un derrame cerebral, ya que en sus últimos años debió ser internado por intensas jaquecas y ataques convulsivos que llegaron a paralizarle su mano y su pierna izquierda. Su obra nunca fue adecuadamente valorada por los círculos intelectuales, quienes decidieron confinarlo entre la inmensa pléyade de poetas menores, cosa que hubiera henchido de orgullo al pequeño rumano, por cierto.


Noticias sobre la muerte de un poeta

-La libertad es un estado del espíritu antes que un derecho universal de los cuerpos. Ser libre implica expresarlo en cada acto de vida; más que nada trasuntarlo, emanarlo de cada poro. La libertad no debe ser predicada como una fe positiva; solo puede brindarse si se es libre internamente, sin depender de la condición exterior del cuerpo o la condición jurídica, económica o social del ser humano. Es, fundamentalmente, un estado de gracia. Cualquier concepción divina entraña en sí la libertad, es una cualidad que le es inherente. Asimismo, en los humanos, esta virtud es parte de la pequeña porción de divinidad o energía universal que nos es dada. Ante esta condición, la esclavitud o cualquier privación parcial o total de la libertad física o jurídica, es una expresión más de esta ficción aparente de la materialidad. 
Así trataba de explicar su tesis el poeta Grigori Motul, en medio de un meeting político de campesinos rumanos indignados ante la severidad y ambición de sus patronos.
-¿Dice usted que debemos callar, que debemos resignarnos ante la injusticia? -La voz del delegado Radu Stepanek resonó quejumbrosa en medio de la asamblea clandestina, si la corporación de oficios se enteraba, cualquier intento de organización sería extirpado de raíz. De hecho, el propio Radu y cerca de trescientos hombres: agricultores, trabajadores textiles y siervos domiciliarios, porquerizos, carniceros y herreros iban a ser lapidados y destasados por el condestable de Moldavia hacia 1832, en la plaza publica de Abjasia. Entonces, se habían esforzado en ausentarse de las haciendas y campos de labranza. Conocían bien los riesgos del castigo que podía aguardarles a su retorno, pero esta era una de las raras veces en que se cansaban de ser humillados.
-No. Nunca deben resignarse. Lo único que pretendo decirles es que su mente aún no posee claramente esa convicción de libertad; les digo que están atados a la servidumbre porque todavía se reconocen siervos y esperan servir a quienes creen sus dueños. Así no habrá liberación posible, porque están sujetos a la gleba, están predispuestos al yugo y yo vengo a azuzar la discordia, la ira, la oposición. ¡Pero cómo, demonios incautos, cómo van a librarse de sus cadenas con corazones encadenados! Ustedes mismos son los grilletes que los sojuzgan. Y yo vengo a predicar la destrucción. 
Ya no esperen palabras de bondad y de belleza por parte de este genio cansado que simplemente viene al encuentro de su muerte, a la apoteosis de su vida. Justo cuando se inicia esta aguda pendiente que acabará por arrastrarme hacia las profundidades del mundo, del siglo, del descenso final. 
-Maese Motul, han venido instigadores desde París, según sostienen representan a la vieja fracción jacobina de los revolucionarios republicanos. -Expuso humildemente uno de los conspirados, sosteniendo su gorra entre las manos. 
-¡París, mierda! Bonita ciudad en la que nunca estuve ni pienso estar. Los franceses viven en su belicosa fiesta desde que tengo memoria. Los rumanos somos sombríos y resecos como arbustos del páramo. Nada tenemos que ver con ellos. Fuimos decantados a golpes de martillo de la fiereza misma de los Carpatos. Nada sabemos de revoluciones y enciclopedias, pero conocemos bien la sangre derramada por autócratas y tiranos. El desprecio, el rencor, el hermetismo y la impotencia nos caracterizan. También la superchería y la desconfianza en toda ciencia. 
Agradezcan su intromisión y despídanlos generosamente al grito de: ¡Las revoluciones no se importan ni se imponen! Cada pueblo debe decidir sobre su destino. Acá no decapitamos reyes, sólo vemos nuestras cabezas rodar. Tenemos el culo enrojecido de pelar mieses de trigo. 
-¿Viene a morir nos dijo? -agregó el delegado Stepanek, sonriendo: -Pues muérase de una vez, viejo cretino. Tenemos trabajo que hacer. 
Algunos elevaron sus palos y horquillas.
-¡Ah, mi infierno querido! Acógeme en tu seno. -Murmuró el sabio y enderezó por un camino sombreado de mirtos. 
Dos días después moría, en un establo abandonado. 
Se dice que un parroquiano lo oyó musitar en la taberna del pueblo esa ultima noche, tras beberse su copa de ajenjo: -Canten y dancen, embriáguense hasta los huesos, que ya el tiempo nos ha vencido...


Del cuaderno de notas del viajero inglés Sir Reginald Benton Gray, recopilado en Curiosidades de la Europa Central, publicado por Alfred Vallette en el Mercure de France, el 7 de marzo de 1894.



GRIGORI MOTUL EN VERSOS

SUEÑO DE AMOR CONGELADO

Telarañas se superponen
Parcelando mi horizonte

El camino es ardiente amigo
Mi sangre está enferma
Arde mi vejiga cuando orino
Mis fluídos me desbordan
O van secando mis miembros
Que crujen al moverse
Como si estuviera mutando
En piedra en madera
En un material definitivo

Desvanecido en sombras
Arrastro la pesadez de mi cuerpo
Casi sin levantar polvo
Mis ojos se inyectan de lágrimas
Pero no estoy llorando
Ya no estoy llorando
Me dispongo a asumir
Lo que queda del viaje
En silenciosa contemplación

Nada debo ni me es debido
Me doy por bien pagado
Y tengo la frente bien alta
Todo lo alta que me permite
Mi columna desvencijada 
Todo lo quiero es el viento
Acariciando mi rostro y mi pelo
Gritando libertad al partir
Hacia ese curso irremontable

Todo lo que me queda es ir
Nada guardo sepan amigos
Para volver a este refugio
Mis libros mis ropas mi cama
Mi lugar santísimo mis tótems
Mis huellas de piel mi olor
Todo se habrá disipado mañana
Cuando me abisme en el recuerdo
En un sueño de amor congelado

Supe querer tanto como fui querido
Supe engañar con ingenio a la muerte

Hoy la araña detectó mi estremecimiento
Y es dulce este veneno que me adormece

Por fin el final se parece al principio


LA ALEGRÍA DE SER NEGRO

Hoy he deseado más que nunca ser negro,
Como quise alguna vez pensar como un mandarín
Y simplificar en ideogramas tantas ideas confusas
Y dibujármelas con tinta china en la espalda 
Para que alguien, ignorante del mandarín como yo, 
Las notase al desnudar mi torso ante su agudo látigo.
Tal vez algún señor, tan esclavo de sí como de sus bueyes. 
Así de esclavizado quisiera asumirme hoy
Pero entramando dulces maldiciones
Al genio de un dios tribal, a un espíritu de la naturaleza:
Salvaje, despiadado y tan libre, tan libre.
Al tiempo que mastico rudamente
Una áspera tonada guerrera.
Timbales cimbrando en mis sienes
Convocando a consejo de guerra
De vivientes y ancestros de mi tierra, 
De la espesura de mi selva.
Podrán arrancarme a jirones el pellejo
Pero no lograrán borrar esta sonrisa,
Indómita aunque dolorosa y fiera.
Blanca como su asquerosa piel
Y blanca también como el osario
Adonde irán a parar sus calaveras. 
Hoy siento esta necesidad innoble
Porque abomino de toda nobleza. 
Hoy siento la alegría de ser negro,
El orgullo de manifestar mi furor, mi odio
Con la más intensa algarabía. 

GRIGORI MOTUL
de La alegría de ser negro.

Ediciones Fracastori. Cali, Colombia. 1936.


CLASE DE ESCORIA

En la vida real no hay lugar para enmiendas
Sólo indirectamente se puede reparar un error consumado
Pero no se puede evitar la condena social
Y es sabido que se tropieza dos veces
Con la misma piedra y se reincide
Por porfía, obstinación o estupidez
Así que es necesario sospechar del infractor
Porque es capaz de cometer peores errores
Buscando cubrir aún una nimia falta
Y no hay atenuantes para el incauto
Bastante le cuesta a cada quien
Mantenerse a flote sin ser mierda
Condenar sumariamente nos evita
La molestia de asumir nuestros errores
Que es preferible ocultar o disfrazar
Bajo un manto de hábiles mentiras
Que exponerse al rigor de la vara ajena
Siempre es bueno tener cerca del pie
Algún culo que patear porque hay otros
Burros haciendo fila para patearnos
Entonces un tonto nos alivia el trabajo
Y nos ayuda a aflojar nuestras tensiones
Ofreciéndose como digno blanco
Para el mas resentido puntapié
Bastante le cuesta a cada quien
Mantenerse a flote sin ser mierda

Es cuestión de elegir en qué lugar
Quieres estar en la cadena sanitaria

Qué clase de escoria vas a ser esta vez

GRIGORI MOTUL

De La vida de un paria. 

1938. Ediciones Fracastori. Cali. Colombia.


DESPERTAR AUSENTE

Adónde van a dar esos días atascados
En la línea de existencia como un tronco
En la corriente regular del río
Esas aguas arriba que se estancan
Con esa sensación de ahogo en el pecho
Ese ardor espantoso del fuego interior
Que no se expande alrededor
Y titila penosamente azul en el semblante
Sin llegar a mover la convicción
Que impulsa hacia adelante
La mula de la noria ya no gira
Y parece parte de un carrusel desvencijado
Energía tímida de babosa que se arrastra
Temiendo quedar aplastada por el peso de los días
Esos días crueles que piden suspender
Cualquier motivación que no sea necesidad
Entonces este peso quiere ser sueño ininterrumpido
Enrollado entre sábanas como en una crisálida
Ni siquiera en la esperanza de ser mariposa
Despierto ausente a un mundo de pesadillas
Atascado en esta línea muerta
Casi como si viviera
En el balanceo narcótico 
De una pendular agonía
Deseo que mi pecho estalle
Que finalmente la libertad me libre
En una bandada que aletee mi alegría
De haber sido alguna vez un tizón ardiente
Y ser una columna de humo blanco
Desbandándose en un mar de alas
Mas allá de donde mis ojos alcanzan a ver

GRIGORI MOTUL 

De El camafeo de la noche. 

Publicado en 1937 por Ediciones Fracastori. Cali. Colombia.

Última poesía completa del autor, corresponde al 25 de marzo de 1835.


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