sábado, 12 de abril de 2014

A CUENTAGOTAS



No estás preparado para simplemente hacer algo bueno y retirarte a descansar. Make my day. Salva el día para que la noche te acribille.
Estás demasiado agujereado. Tu mente no luce mejor que un queso suizo. Demasiadas cavernas y pasajes para intentar un sano paseo por este nido de gusanos. Siempre fascinado por las llamas y ansioso por quemarte. Pero no hay segundas partes. La vida no tiene secuelas. No es un video juego, no es el Hit & Run o la paranoia de un francotirador en primera persona. Porque te falta instinto criminal, viejo, ya no podés adquirir los vicios de la buena caza. Te dan aprensión los venados, las ratas, hasta las putas cucarachas. No podés matar y lo único exitoso en vos es tu capacidad para matarte, a cuentagotas, cada día un poco más. Pero aún teniendo esa piedad de hereje, ese amor por todo lo que se destruye para destruir tu ego, no lográs hacer la diferencia.
¿Eso creés, verdad? Que así vas a matarlo. Será entonces. Porque el maldito ego solamente va a morir cuando logres acabarte, secarte como una uva pasa, momificarte en vida y clausurar todas las ventanas. Ya estás aislado, querido. Envenenado con tu propia agua bendita. ¿Cuál es tu alegría entonces? ¿Estar felizmente perdido?
Tal vez no haber encontrado ningún camino que te plazca caminar de pe a pa. Esta vida, la otra vida y todas las que te imagines, te resultan un caldo magro, una sosa infusión de palurdo, una tisana para abuelas. Pero no hay bang bang sin dolor. Sin sangre. Y otra vez la aprensión. Un gato de tejado con el amaneramiento de un coiffeur, de un modisto, y el desparpajo de un bon vivant, de un bohemio burgués.
¿Vas a decidir despertar de una buena vez? ¿Vas a dejar de jugar a la figurita difícil? Estás lastimado por donde lo mires, te estás muriendo en cuotas: tu alma hipotecada, tu salud estropeada.
Esa tendencia a la carnalidad, al exceso, con ciertos escrúpulos de santo juerguista, sin posibilidades ciertas de corromper a nadie. El síndrome de un vergonzoso aventurero. Un desquicio de muchacho. El temor de matar o de morir. Un jarabe tibio que provoca náuseas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario