martes, 30 de marzo de 2010

ANTIPASCUAL - CUERPO BAJO EL SOL

Seguí mis pisadas, pero no me pises,

La piedra basal aún es dura para partirla en dos.

Dejé una barca de arena en pleno desierto,

Justo adonde no me pudo alcanzar el mar.

No pedí a nadie seguirme, me siguió todo el que quiso,

Nunca prometí llevarlos de nuevo al Edén

Ni sacarles el veneno del áspid que les dio vida,

Arrancándolos de aquel sueño salvaje

Hasta ambicionar el fulgor de las estrellas

Y poder dotar de vida a la estatua de sal.

No depende de mí multiplicar panes y peces:

El mundo tiene suficiente para todos

Si unos pocos dejan de retener

Lo mucho que les toca a los demás.

Pobres de espíritu sobran y miserables también.

Bienaventurados los que no se dejan engañar.

Déjenme caminar solo por la arena,

Duro me es cargar mi propio cuerpo bajo el sol

Para encima acarrear su pesado equipaje:

Ya me han destinado, bien saben, una cruz

En un monte olvidado, entre dos indigentes

Que robaron una hogaza de pan para comer.

Dirán después que uno es malo y otro es bueno,

Que uno se arrepiente y el otro está feliz

De irse al infierno, de ser un delincuente

Y que yo acepté el sacrificio por salvarlos a todos

De su propia mediocridad, de su temor para aceptar

Que la vida termina, que el dolor y el placer son parte de ella,

Que cada quien debe hacerse responsable por sus actos.

Si me dejaran elegir no colgaría clavado de pies y manos.

Tendría una huerta, un taller de carpintero, un jardín,

Un rebaño de ovejas, una casa de piedra cerca del Jordán

Para compartir con Magdalena y los hijos que me diera.

Pero estoy acá, rodeado de hombres dormidos y enfermos,

Que no enfrentan al verdadero enemigo de este pueblo.

No es un demonio con cuernos y rostro encendido,

Es una legión de espadas desnudas y escudos,

Una horda de saqueadores del imperio.

No es cuestión de resucitar a los muertos

Sino de liberar a los que siguen vivos.

No es cuestión de dinero ni de piedad,

Es cuestión de encontrarse en los ojos del otro

Y empezar a caminar juntos un nuevo camino.

Todos querrán reliquias de mi cuerpo muerto,

Bien sabrá la tierra esconderlo del sol.

Dividirán al mundo con trozos del madero

Y harán cualquier cosa en nombre de Dios.

Cuando me mencionen abriguen sospechas,

No vendí mi nombre por veinte denarios,

Ni entregué mi resistencia mansamente

A fieras desenfrenadas por destrozarme.

Vi que muchos echaban suertes por mis ropas,

Que se reclamaban los dueños de mi legado,

Que libraban ciegos guerras de intereses,

Que abrían doce sucursales en el mercado

Donde pregonaban obediencia a los nuevos amos.

Yo les dije que multiplicaran el amor y la rebeldía,

No la opresión del pecado y la culpa de ser libres,

La vergüenza del propio cuerpo, la aceptación del daño

De perderlo todo por tener todo en el cielo.

¿Qué otra vida justificaría perder esta vida?

No se dejen engañar por vanas esperanzas.

La eternidad comenzó con un día y eso tenemos

Para poder lograr mejores condiciones

Que garanticen que esto siga siendo eterno,

No la voluntad de los que se creen señores,

Sino el bienestar de todo el género humano

Y las especies que habitan bajo este cielo.

De cierto os digo que nada es de César

Pero tampoco nada pertenece a Dios.

La tierra no se hizo para que tenga un dueño.

Yo bajo el sol, uno con mi sombra,

Arrastro el peso de un título indigno:

Rey de los judíos, los pobres, los siervos,

Los negros en el negro abismo de la injusticia,

Cadáver en las fauces mismas del poder.

Quien va a morir va solo, bajo el sol con su cuerpo,

Los ángeles son cuervos que me van a devorar,

Y Dios es la memoria que rescate del tiempo

La historia de los pueblos que insisten en luchar

Contra toda dominación y todo yugo,

Contra toda leyenda que me quiera fosilizar.

Y hacer del Verbo este acto inmóvil,

Tres cruces en un monte para la resignación.

Cruces de los vencidos; la cruz del vencedor.

Estandarte de conquistas, de masacres y delitos,

Yo no he muerto para eso, yo no quiero este símbolo,

De pie en sus pisadas volveré a caminar

Para unir a los pueblos del mundo,

En un cuerpo bajo el sol.

MARCEL GONTRAND 30-03-2010

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