martes, 30 de marzo de 2010

EL SOL DEL 24 NUNCA SE PUSO

Hay un revival oscuro recorriendo las calles,

Trajes y anteojos blindados, chacales reciclados.

Sombras que vuelven desde las sombras,

Hongos que proliferaron en húmedos rincones

Viendo cómo se descolgaban los retratos de sus héroes

Debajo de alguna baldosa en los pasillos de la ESMA.

Pasados a disponibilidad hasta tiempos mejores

Que siempre están esperando a la vuelta de la esquina,

Siempre habrá quien hable de más, quien pague de menos,

Quien diga lo que piensa y además insista en socializarlo.

La voz de mando fija el límite de la tarjeta memoria,

Del ajuste de cuentas de la Historia y de sus convalecientes,

De los que no tuvieron bastante plomo para sus venas.

La clandestinidad se ha vuelto un mercado floreciente:

Picanas personales, máquinas de todo tipo y Ford Falcon usados

Se ofrecen al mejor postor en las páginas de Internet,

Donde se enumeran las torturas con sus refinamientos.

Aunque los Grondonas de turno expliquen

El enorme daño de una honda, una molotov o una tumbera

A los pobres uniformados que cargan sus escopetas.

De la fábula inmoral del dolor de cabeza de Goliat.

Por cierto que hay clandestinidades que esquivan lo electromagnético,

Que evitan los celulares, la red, y los chismes con hilo,

Que ocultan sus rostros al glamour de las cámaras amarillistas.

Que aún rebuscan claros y sótanos de edificios tomados,

Las nuevas catacumbas de los nuevos cristianos

Que reniegan de los mármoles de Carrara del Vaticano,

Que demandan el servicio de a pie de viejos mercenarios,

La delación de nuevos infiltrados, de espías nostalgiosos

Que no aparecieron aún en ninguna nómina desclasificada,

De sicarios a tiempo completo, de rencorosos segundones

Que esperaron su cuarto de hora al caer sus mandarines.

Y empresarios arrepentidos que trajeron dólares mexicanos

Para buitrear lo que quedó en el fondo del tarro de los infames noventas.

Siempre hay algo por pulverizar, por asesinar,

Carne fresca para el degüello, resaca para el saqueo,

Trofeos ínfimos para exhaustivos carroñeros.

Que los negocios se mantienen al día

Nadie puede negarlo:

Secuestros Express, tráficos farmacéuticos,

Balazos quirúrgicos que justifiquen seguridad

Para un nuevo cuerpo armado.

Pibes que afanan por un fernet y una dosis de coca

Y son boleta la noche más pensada por el guardia de turno.

‘Si no salís a robar por mí te espera el descampado

Después de una faena bailada a la luz del dos veinte’.

‘Si no querés ofertar tu escote y tus medias de seda,

Te violamos igual y te fichamos por puta y falopera

O te secuestramos y capaz que hasta conocés Europa’.

‘Párenla con el paro y de empecinarse en asambleas

O los monos que tengo guardado los pintan de morado

Y les explican de qué va la burocracia en un aguantadero’.

De una u otra forma siguen más acá mientras recordamos

Un más allá innombrable de tanto desaparecido,

De tanto usurpado, borrado, asimilado y perdido,

De tanto revolucionario en el bronce del futuro.

De este lado del tiempo se institucionaliza la utopía,

La lucha, la resistencia y la organización revolucionaria.

Se la clasifica, se la archiva prolijamente

En los estantes disecados de la democracia,

De la paz social y la conciliación de clases.

Ni olvido ni perdón ni perder de vista el láser

Que hoy apunta a las frentes de los nuevos rebeldes,

De los que se resisten a empeñar el último gramo de dignidad,

Con las miras de los Finos y sus poses fascistas para el diario,

De los que tienen chapa y registro para el crimen.

De los que aún añoran las botas y sus vicios.

De los que quieren privatizar hasta la última voluntad,

En pie frente a los nuevos fusiladores del marketing.

De los dosificadores de limosnas del sistema.

Del blanco capital que lava dólares ensangrentados

Por el paco, las armas, el oro negro y el tráfico humano.

Y el más despreciable y vil es hoy presidenciable,

Y el más laborioso y sensible es hoy prescindible.

Los desaparecedores nos siguen desapareciendo:

Hijos, padres, abuelos, hermanas, madres

Que ya no aparecen.

Que exigen con López,

Con Luciano, con Florencia,

Con Marita, y con los treinta mil que aún esperan,

Que la justicia sea alguna vez justicia.

Que los explotadores exploten

Como sapos intoxicados por su humo.

Que las masas se liberen

De los maestros panaderos,

De los patrones del molde,

Del palo de amasar voluntades

O abollar ideologías,

De la única verdad del unigénito

Poder que las domina.

Urge tanto como el recuerdo

La resistencia y la lucha.

Urge para la memoria

Volver a llamar las cosas por su nombre.

No hay bicentenario ni hay independencia,

Si los Otros, los mismos,

Nos siguen matando con sus cuentas claras

Que conservan la amistad de grandes intereses

Que no interesan a la humanidad más humana.

MARCEL GONTRAND

23/03/2010

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