miércoles, 19 de marzo de 2014

CARTA BLANCA



Cualquier disrupción en una cadena de derivaciones relacionales, de esquemas típicos de estímulo-respuesta en una mentalidad ligada a conductas obsesivo-compulsivas, traza una situación paradojal que, en lugar de posponer la ansiedad, la multiplica. Y esa sobrecarga, lleva al sujeto obsesivo a una asociación problemática que no reacciona como él prevería en su esquema obturado de razonamiento. Esto implica una tensión manifiesta en todo el sistema que busca una equilibración de la homeóstasis alterada, buscando otro patrón que conduzca a su inmediata satisfacción y la inhibición, aunque sea momentánea, del displacer ocasionado.
El equilibrio en estos sujetos suele ser tan inestable como un castillo de naipes, y la carta que debilita la estructura debe ser inmediatamente sustituida por otra cualquiera, sin depender de su valor nominal o de su entidad.
Este juego de sustitución, por absurdo que parezca, crea una ilusión sensacional de placebo, y aún profundizando el desequilibrio funcional, es preferible a asumir la carga de dolor o frustración provocada por la falta de control ante la situación dada. El sujeto obsesivo no acepta que los demás sujetos no dependan de su manipulación y condicionamiento. Su mayor deseo es que la realidad coincida con el tamaño de sus fantasías.
El placebo es el comodín, y la carta que el sujeto cree que necesita, en realidad, no existe.

COROLARIO DEL LICENCIADO PINKER-SCHLÖSS A UN COMENTARIO DE SU OTRO YO

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